martes, 5 de mayo de 2009

El perro






Foto: En la frontera de la Alemania Oriental un guardia le da de comer a su perro. Los perros actuaban como si fueran asesinos.



Vista, oído y olfato

Al igual que la mayoría de os mamíferos, exceptuando el ser humano, los perros tienen un alcance visual muy limitado. No pueden distinguir los colores, sino sólo escalas de grises, y aún así con poca claridad. Pero, por supuesto, ven perfectamente cualquier otro objeto en movimiento, y ello atrae su atención. Dado que su ojos se encuentran cerca del terreno, detectan rápidamente cualquier cosa o ser que se desplace sobre el horizonte.

Pero si la capacidad visual del perro es la mitad de la del hombre, su alcance auditivo es, por el contrario, dos veces superior al de aquel. La distancia auditiva del animal depende de las condiciones meteorológicas, especialmente del viento y la lluvia. Si el primero sopla en dirección al perro, éste tendrá muchas más posibilidades de oir a su presa. La lluvia crea un ruido de fondo y dificulta la individualización de os sonidos.

Pero, además de que pueden oír a grandes distancias, los perros pueden captar sonidos en frecuencias que están más allá de la capacidad auditiva humana. Gran número de sonidos agudos desconocidos por el hombre forman parte de la vida cotidiana del perro. ES por ello que todo aquel acechado por perros debe de tener la precaución de sujetar (la cinta adhesiva puede servir) los componentes de su equipo para que no se golpeen o froten entre sí, y extremar el cuidado cuando vaya a utilizar equipos de radio.

Un olfato prodigioso

En realidad, preparar una comida ca­liente es dar todas las ventajas al animal pues, con condiciones meteorológicas favorables, éste es capaz de distinguir los olores a unos tres kilómetros de distancia. En efecto, si el sentido auditivo del perro está mucho más desarrollado que el nues­tro, el olfativo es centenares de veces mejor.
El olor humano más penetrante provie­ne de las glándulas sudoríparas, especial­mente las de las axilas. Al marchar bajo presión, particularmente si se lleva a cues­tas una carga pesada y un uniforme de combate completo, se transpira en abun­dancia. Lo mismo sucede cuando se está en tensión, nervioso o atemorizado.

Pistas cotidianas

Y no se trata sólo de que los olores na­turales de nuestro cuerpo proporcionen un rastro perfecto para el olfato del perro rastreador. La ropa, especialmente cuando está húmeda, el jabón y los desodorantes, el cuero, el tabaco, el betún, los combusti­bles, el aceite y muchos otros olores pue­den facilitar al perro la pista para locali­zarnos.
Un perro capta los olores a través de dos medios diferentes: del aire y del contacto con el terreno. Los olores transportados por el aire no duran mucho, se disipan con el viento.

Rastro del movimiento

Por el contrario, un olor en el terreno puede ser captado por el animal durante, por lo menos, 48 horas. Los olores que quedan "prendidos" en el terreno se deben no sólo a que el hombre deja su aroma en los objetos que toca, sino también al mo­vimiento del mismo. Cuando se camina sobre hierba o a través de la maleza se rompen ramas y arbustos dejándose ras­tros a cada movimiento.

Incluso en terreno abierto se dejan esca­par aire y pequeñas cantidades de agua que quedan atrapadas en el terreno, que olerá de forma muy diferente a las zonas por las que no se ha transitado. Por las "improntas" que se dejan detrás, un perro puede indicar a su amo incluso en qué dirección se mueve el fugitivo. Las pisa­das pueden proporcionar una pista adi­cional a un perro bien entrenado. Si bien las huellas del calzado pueden ser identi­ficadas con relativa facilidad a simple vista, para el perro la mezcla de olores en cada pisada tiene sus propias características olfativas. El perro reconoce las diferencias entre una y otra huella, descubre en ellas la peculiaridad del olor de cada uno y puede rastrear a una perronas en concreto.

Métodos para dificultar el acoso de los perros se deben de tener un principio general: aunque un perro puede oír, oler y correr más que el hombre, éste tiene una inteligencia cien veces superior a la del animal.

Con unas buenas dosis de ingenio, sentido común y preparación, el soldado sometido a acoso deberá confundir todos o la mayor parte de los sentidos del animal. Si se sabe actuar como requiere la ocasión, se puede salir airoso de situaciones en las que otros han sucumbido.









Fuente: Revista Comando




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