La forma en que mejores las condiciones de la fogata que hayas preparado dependerá del empleo que vayas a darle.
Un fuego pensado para el ahumado de alimentos, por ejemplo, no sirve para muchas aplicaciones más. Su propósito es producir mucho humo en el interior de un espacio cerrado. No podrás cocinar con él, como tampoco obtendrás demasiado calor para tu confort personal.
Puedes cocer los alimentos en una fogata abierta, pero no es un sistema demasiado eficaz: saldrás ganado si construyes un fogón de alguna clase. El más sencillo de ellos sólo exige que dispongas de una lata grande. Practica varios agujeros en una de las tapas (la inferior) y en torno a la pared cerca del mismo extremo. Corta un panel en la pared, unos 5 cm por encima de esa fila de agujeros. En el otro lado de la lata, cerca del extremo superior, practicarás un agujero grande por el que escapará el humo. Coloca la lata encima de un círculo de piedras para permitir que circule el aire de abajo a arriba.
Una vez preparado el hornillo puedes trasladar a él parte del fuego que hayas preparado previamente y que ahora alimentarás a través de la abertura lateral inferior; cuece los alimentos sobre la tapa superior. Además, este hornillo despedirá calor suficiente para calentarte; una de sus ventajas principales con respecto a los fuegos abiertos es que las chispas y las llamas quedan atrapadas en su interior y son menos visibles.
Un fuego pensado para el ahumado de alimentos, por ejemplo, no sirve para muchas aplicaciones más. Su propósito es producir mucho humo en el interior de un espacio cerrado. No podrás cocinar con él, como tampoco obtendrás demasiado calor para tu confort personal.
Puedes cocer los alimentos en una fogata abierta, pero no es un sistema demasiado eficaz: saldrás ganado si construyes un fogón de alguna clase. El más sencillo de ellos sólo exige que dispongas de una lata grande. Practica varios agujeros en una de las tapas (la inferior) y en torno a la pared cerca del mismo extremo. Corta un panel en la pared, unos 5 cm por encima de esa fila de agujeros. En el otro lado de la lata, cerca del extremo superior, practicarás un agujero grande por el que escapará el humo. Coloca la lata encima de un círculo de piedras para permitir que circule el aire de abajo a arriba.
Una vez preparado el hornillo puedes trasladar a él parte del fuego que hayas preparado previamente y que ahora alimentarás a través de la abertura lateral inferior; cuece los alimentos sobre la tapa superior. Además, este hornillo despedirá calor suficiente para calentarte; una de sus ventajas principales con respecto a los fuegos abiertos es que las chispas y las llamas quedan atrapadas en su interior y son menos visibles.
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