domingo, 26 de abril de 2009

Puntería

Cuando se disponga a entrar en acción, se debe tener presentes dos aspectos fundamentales: el emplazamiento y que su arma esté en las condiciones adecuadas. Con años de entrenamiento habrá aprendido que elegir la posición de tiro idónea es una de las condiciones más importantes para el éxito de la misión.

Las cuatros posiciones de tiro básicas son: cuerpo a tierra, sentado, rodilla en tierra y de pie. Que se adopte una u otra dependerá en gran medida de las circunstancias, pero en cualquier caso deberá ser la que ofrezca mayor estabilidad, el sector de tiro más amplio y la mejor cobertura.
Una buena posición de tiro debe respetar cinco premisas

Postura natural

En primer lugar, el tirador debe conseguir una postura cómoda, natural.
El secreto estriba en que fusil sea una prolongación del cuerpo, de tal forma que se pueda apuntar al blanco sin pensar en el arma, como si esta fuese una parte más de su anatomía. Para comprobar que se ha conseguido, se apunta hacia un lugar cualquiera, se cierran los ojos y se relaja el cuerpo.

Si al abrir los ojos, cinco o diez segundos después, el fusil sigue apuntando sobre el blanco querrá decir que se ha objetando una posición natural de puntería.


Apoyo en los huesos

Una posición de tiro firme IJ segura re­quiere que el cuerpo se apoye en los hue­sos, no en los músculos. En posición de cuerpo a tierra, la mano izquierda se halla adelantada, con la palma hacia arriba, y en ella se apoya el guardamano del fusil. El antebrazo y el codo izquierdo deben estar directamente debajo del cañón, pues de lo contrario habrá que forzar los mús­culos del brazo para sostener el fusil y no se conseguirá la estabilidad necesaria. La culata se sostiene firmemente contra el hombro, con el codo derecho apoyado en el suelo, formando un ángulo para dar equilibrio al cuerpo.


Empuñadura

La mano derecha debe sostener el arma con firmeza, con el pulgar sobre la parte superior, formando el llamado "punto de soldadura" contra el pómulo. El dedo índice está en contacto con el disparador, sin tocar el guardamonte ni la caja del arma, y manteniendo una presión constante sobre el mismo. Una excesiva tensión o relaja­ción de la mano derecha puede producir un brusco tirón de la cola del disparador, y el movimiento indeseado del arma.
El pómulo debe mantenerse contra el pulgar, de tal forma que la cabeza, el brazo, la mano y el arma constituyan un todo y para que el ojo se mantenga alineado con los elementos de puntería antes y después de disparar.

Respiración

El movimiento rítmico de la caja toráci­ca puede alterar la puntería. En vez de ello, debe inhalarse antes para expeler sólo parte del aire V retener el resto mientras se apunta y dispara. No debe contenerse la respiración más de 10 segundos ya que de lo contrario se puede producir una ten­sión muscular y algún movimiento invo­luntario.

Pulsar el disparador

La forma en que se presiona la cola del disparador es uno de los factores más im­portantes del tiro de precisión. En ello re­side la clave de abrir fuego sin alterar la alineación de los elementos de puntería del fusil con el blanco.
El dedo índice debe tocar el disparador en algún punto entre la falange y la falan­gina; la posición exacta depende de los hábitos del tirador, del tamaño de su mano y de la forma en que ésta sostiene el arma, V de las dimensiones de esta última. Con­tra lo que pueda parecer, no es fácil empu­ñar un fusil de la forma correcta para que se produzca la necesaria coordinación entre el ojo y la mano.
A menos de que el disparo se haga en el momento preciso en el que la cruz filar del visor está centrada en el blanco, proba­blemente se fallará el tiro. Esto puede parecer una de las verdades de Perogrullo, pero es todo lo que se puede afirmar sobre el tiro de precisión. Es muy importante la presión que se ejerza sobre la cola del disparador.

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